16.4.13

Boards of Canada - Music Has The Right to Children (1998)

"Melting Glaciers" - Marsha Heiken.




En la época, -estamos hablando de hace unos 10 años- había oido decir que Boards of Canada -los hermanos escoceces Michael Sandison y Marcus Eoin - habían hecho Music Has The Right To Children  en un viaje de retiro a Groenlandia, como intentando lograr la banda sonora ideal de uno de los lugares más retirados del mundo. La idea me pareció genial, sobre todo pensando en la concordancia perfecta que había entre la anécdota y las creaciones que habían producido para su album debut. O sea, no me cabía la menor duda que esa fuera la intención detrás del disco: estar enfrente de una naturaleza tan salvaje, tan tranquila, tan fuerte en la soledad que, supuse yo, inspiraría... El hecho es que me equivoqué. Nunca estuvieron en Groenlandia, hicieron este disco desde el Sol Hexagonal de las Colinas de Pentland.

Sea lo que fuere, el disco suena como si viniera de un lugar recóndito (imaginado o físico). Además de esto, suena como el producto de la la lenta tranquilidad del silencio nórdico, entre dos tazas mañaneras de té, un bostezo, un cielo helado, armoniosamente gris...  suena a parcimonia. O derepente la música de Boards of Canada es tan densamente visual, tranquila, de un gris intenso, que se puso en marcha mi imaginación de por si.

Music Has The Right to Children es tal vez la respuesta noventera ideal al "brian enoista" que algunos de nosotros tenemos dentro: es música que pinta paisajes, que transmite paz y tranquilidad, un poco como Music for Airports pudo hacerlo en su momento. Pero esta obra de ambient es específicamente noventera, y es particularmente captivante por ser una pieza maestra del catálogo de Warp Records: una de las disqueras vanguardistas del siglo XXI, de pura y total predilección de vuestro fiel servidor.

La clave del sonido de Boards parece ser esa manera de mezclar tanto grabaciones de ambientes naturales, con samples cálidos  y toques de psicodelia setentera. En si, pareciera que la visión de estos artistas es de lograr un equilibrio perfecto entre la composición electrónica minimalista y sonidos densos, coloridos y tripeantes. En corto, la música de estos se presta a la contemplación de espacios imaginados, a un buen viaje, y a un largo descanso. Esto no quiere decir que sea música de "sueño", en realidad, tiene suficientes matices como para ser más que eso. Sin duda, los ritmos del disco  (a base drum machine directa y algunos scratches) hacen que no se trate de ambient puro y duro, sino de un album de IDM, con suficiente "groove", por no decir "personalidad", para mantener interesado al oyente.

Suficiente groove, genialidad y coherencia para considerarlo un album clásico, una obra maestra de nuestros tiempos.


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