13.9.15

Bob Dylan - "Highway 61 Revisited"

 El artista explora caminos, se pone retos y asume riesgos que pueden implicar la rebelión de sus fieles o hasta la muerte. Suena dramático con un toque intencional de romántico. Para 1965 Bob Dylan navegaba las aguas turbulentas de una carrera que tomaba el inesperado giro hacia los sonidos “comerciales” del rock y el surrealismo absurdista de lo que en esa sexta década del siglo veinte llegó a ser definido como “psicodélico”. Casi un año antes, con el estupendo Bringing It All Back Home, Dylan le había dado la espalda a su congregación de “folkies” fascinados con los himnos de protesta que el mismo les había puesto en un pedestal. Ese disco fue un verdadero parte aguas que arrancaba con el tren eléctrico de “Subterranean Homesick Blues” y que terminaba con el beso de despedida al idealismo (intencional o no) de “It´s All Over Now Baby Blue”. Entonces aparece Highway 61 Revisited , el siguiente capítulo de la saga. 

Cargado de humor, embriaguez entre fantasía y sueños. Influenciado por la música blues, el rock y la literatura Beatnik de Gingsberg, Burroughs y Kerouac. Callando de una vez por todas  cualquiera que pensó que esto era una simple “fase”.  Medio siglo después de su aparición, el sexto disco de su carrera sigue generando airadas discusiones sobre el significado de sus letras y su influencia en la música contemporánea para las generaciones que vinieron después.  

Pero dentro de toda la locura a su alrededor (irónicamente) fue la exacta conjugación de las piezas lo que lo hizo un disco monumental. Las canciones que escogió para meter en la grabación final, los músicos que lo acompañaron y hasta la foto de la portada que por absurdo que suene guarda un magnetismo muy especial; Dylan viendo directo a la cámara con esa cara de: Estas o no conmigo?

El álbum arranca con el “big bang” sónico de “Like a Rolling Stone” y esas primeras notas de la gran autopista que se abre ante tus ojos. “Once upon a time you dressed so fine…” y nos vamos con el pedal presionado. “How does it feel?” pregunta una y otra vez nuestro héroe. Que se siente estar solo?, sin dirección a casa, como piedra rodante. Al Kooper y ese órgano tocado una nota detrás del resto de los instrumentos le da una espacialidad a la canción perfecto para el “mood” que se quiere transmitir. Sigue “Tombstone Blues” (mi favorita por cierto) con Dylan lanzando versos entre los cortos zarpazos de la guitarra bulliciosa del legendario Mike Bloomfield. “It Takes A Lot to Laugh, it Takes a Train to Cry” deliciosamente lenta con ese piano cortesía del mismo Dylan liderando al pelotón. La primera mitad termina con la sanguinaria “Ballad of a Thin Man” que sienta un ambiente oscurón entre una letra aparentemente lanzada a una figura hipócrita representada por un tal Mr. Jones (posiblemente se refiere a la prensa). La voz desafiante, dura.

Para el lado B nos perdemos en las melodías de “Queen Jane”, la divertisima “Highway 61 Revisited” y  “Just Like Tom Thumb´s Blues”. Esta última encuentra a nuestro protagonista borracho y declarando que está al borde de su final. Pero el tono no es negativo sino un tanto burlón. Donde la decepción resulta confortante. El festín eléctrico tipo carnaval cirquero que el disco transmite se detiene justo en la penúltima rola para abrir paso a la impresionante “Desolation Row”; una pieza de más de 11 minutos completamente acústica en cuyos versos surreales desfilan personajes de obras literarias y escenas alucinógenas. Absurdista fue la palabra que usamos al inicio. “All these people you mention, yes I´ve meet them, they are all quite lame…. please don´t send me no letters, not unless you mail them from Desolation Row”. Dylan pone el corcho en la botella cambiando el sentimiento de todo el LP con una canción que no pudo haber sido mejor escogida para finalizarlo todo.  

En verdad el artista explora esos caminos y conquista los retos pero no porque quiera quedar bien. Tiene un placer egoísta que satisfacer. Viaja solitario en su propio tren donde todos somos simples invitados. En su búsqueda nos enseña a desenterrar  dentro de nosotros mismos. La mejor lección de Highway 61 Revisited es esa. Pero no te lo tomes en serio, no me creas a mí. Créete a vos mismo primero. (Francisco)