Cambiaron la planicie del rock, escandalizaron a los puritanos del género y trajeron consigo una temática cargada de la oscuridad del sueño “anti hippie”; los Velvet Underground fueron (y siguen siendo) la mejor pesadilla de quienes idealizan en el rock el “amor y la paz” y su segundo LP, White Light / White Heat de 1968, la manifestación más extrema de esas perversiones tan brutales no solo en su letra sino en su éxtasis de feedback y distorsión. Se pueden trazar las líneas interminables de influencia que este disco provoco, tan mencionado como punto de partida para bandas como Sonic Youth, Los Pixies y hasta Nirvana (que hizo un cover de una rola de este disco).
Mientras los bohemios de San Francisco cantaban sobre flores y amor, Lou Reed escribía sobre personajes dispares que encontraba en las frías calles de New York. Drogadictos, putas y travestis decoran sus rolas y se convierten en los héroes de sus frenéticas composiciones (como en el caso de la genial “Sister Ray” de 17 minutos que cierra el disco). Hay Historias de amor con final sangriento (“The Gift”), y hasta cuentos de mutilación contados con dulce sutileza (“Lady Godiva’s Operation”). La lirica de Reed siempre será un tesoro negro, apto solo para quienes degustan de lo poco convencional.
Pero es el sonido imponente, grasoso y bullisoso de las guitarras de Sterling Morrison y Lou Reed junto con la percusión a lo tribu africana de Maureen Tucker y el órgano disonante de John Cale (quien dejaría la banda después de este álbum) que hacen que White Light / White Heat se convierta en algo verdaderamente especial, es como si los Velvet’s estuvieran empeñados en tirar a la basura el instructivo de cómo grabar un disco para crear algo que solo sus cabezas pueden entender. Rock como debe ser: sincero, audaz y vanguardista, no recomendado para los sensibles de corazón. (Francisco Valdés)
Regalito en los comments
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