Uno de los primeros artículos que escribí en este blog fue
sobre Lou Reed. Quería retratar algún artista que me pareciera verdaderamente
autentico y del cual pudiera escribir con pasión. Lo escogí a él por lo mucho
que significaba para mí. No voy a retratar
su vida o carrera, eso se está haciendo mucho en estos días a la luz de su
fallecimiento. Además de que ya lo hice en el artículo previamente mencionado. En cambio prefiero hablar de porque llegue a
él y porque importó tanto a muchos artistas como críticos y seguidores.
Importó tanto porque fue único, retador en su propuesta
musical, visionario en nadar contra la corriente desde que lidero a los
indudablemente influyentes Velvet Underground. Su estilo de cantar intimo a
veces poco accesible pero siempre sincero. Sincero con el ambiente que vivió
pero ante todo consigo mismo. Me fascina oírlo en The Blue Mask el disco de los ochentas donde ya casado y libre de
drogas canta sobre su vida en ese momento. Es irónico, a veces paranoico
(“Waves of Frear, puta que rola!) y a veces melancólico recordando a sus
mentores (“My House”). No quiere pretender ser el rebelde que fue (problema de
muchos rockeros cuando envejecen), prefiere seguir con el principio de narrar
lo que le ocurre, el principio de no
mentirse a sí mismo. Es un disco cargado de guitarras salvajes con temática
madura. Eso me lleva a darle crédito también como guitarrista. Lou es uno de
los mejores creadores y destructores (eso no siempre es malo) de esquemas en la
guitarra eléctrica. Adicto al feedback y sus delicias que a muchos les parecen
ruido.
Importó porque demostró que la “rebeldía” del rock que
conocemos tiene sus límites dentro del macho alfa “headbanger” que solo quiere
chela y sexo, demostró que hasta el rock tiene fobias (de las de tipo homo),
temores y demasiada pose falsa. Lou quiso cantar sobre las putas, los
transvestis, los drogos, la gente de la calle. La que no entra a los
conciertos, la que sigue siendo marginada inclusive por los defensores del
rock. Y lo hizo en los setentas vistiéndose de cuero negro con maquillaje de
mujer como para restregárnoslo en la cara.
Pero no todo fue rebeldía y violencia. Hubo amor, hubo amigos,
hubo fiesta también en la vida y canciones de Lou Reed. Su tributo a Andy
Warhol junto a John Cale Songs For Drella es majestuoso. New York de 1989 su pintura musical a la
ciudad que siempre llevo en su corazón es simpático lleno de humor negro, la
definitiva guía turística de NYC. Coney
Island Baby con sus canciones de amor y soledad, resultan dulces e
inesperadas viniendo de él. Bueno, ya
estoy cayendo en hacer retrospectiva otra vez.
Lou Reed me importó a mi muchísimo. Muchas de sus canciones
me han seguido desde que lo descubrí vía un documental en la tele hace una
docena de años. Me puso triste la noticia de su muerte porque sentía que a
través de sus rolas lo conocía, suena tonto pero su música provocaba eso:
intimidad. Uno busca artistas con
sustancia donde pareciera sobran pero la realidad es que son pocos. Reed fue de
esos pocos. Retó a su audiencia a seguirle por caminos que a veces solo él
entendió. Pero la recompensa fue mayor, dejo un catalogo de música imperdible
para cualquiera sediento de Rock n Roll. Verdadero Rock n Roll. (Francisco Valdés)
http://youtu.be/4giZwTxmeP4
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