Hay
diversas formas de interpretar una pieza musical. Existe la forma por aprendizaje
mecánico, como colorear con números, cualquier mortal con la dedicación y el
tiempo suficiente lo logra. Que lo sienta es otro tema. La segunda forma es
llevarlo en la sangre, sentirlo, vivirlo, para después sacarlo. La primera es
mucho más común y se puede aprender en academias o siguiendo vídeos en la red.
La segunda no se puede replicar, es única de cada intérprete, es auténtica. Los
que caen dentro de esta segunda categoría son a quienes los de la primera
suelen intentar (fallidamente) imitar.
En esta
segunda clase esta Gregg Allman junto con la banda que formo en sociedad con su
hermano Duane: The Allman Brothers Band. Un colectivo que fusiono el blues,
country y jazz para producir un sonido único donde el común denominador fue la pasión.
Con Gregg en las teclas y voz, Duane y Dickey Betts en las guitarras, Berry
Oakley en el bajo y los bateros Butch Trucks y Jai Johanny Johanson la química fue explosiva.
A inicios de los setenta ninguna otra banda cautivo los oídos de la crítica por
sus monumentales presentaciones en vivo como lo hicieron los Allman’s. Esa
potencia en concierto quedo documentada en uno de los discos más emblemáticos del
siglo XX: At Fillmore East.
Editado después
de dos discos de estudio y grabado tras una serie de conciertos en el histórico
teatro, At Fillmore East es una
espectacular prueba de la magia e interacción del sexteto en concierto. Donde
el intercambio entre los músicos produce piezas inigualables que se
convirtieron en el referente de como una banda debe transformar su propuesta
del estudio al escenario. Lamentablemente la tragedia persiguió a la banda
luego del éxito de At Fillmore East:
Duane Allman muere en un accidente de motocicleta dejando al grupo sin su
prodigio en la guitarra y a Gregg sin su hermano mayor. De las cenizas surge un
cuarto disco como tributo: Eat a Peach.
Como si
perseguidos por una maldición, la banda pierde a otro miembro un año después de
la muerte de Duane. El bajista Berry Oakley fallece por lesiones sufridas días después
de tener un accidente en motocicleta (irónicamente) a tres cuadras de distancia
de donde Duane había muerto. Pero la familia sigue adelante. Nuevos miembros
llegan para el disco Brothers and Sisters.
Los más notables son el tecladista Chuck Leavell en el disco previamente
mencionado, el guitarrista Warren Haynes en la década de los ochenta y el
sobrino de Butch Trucks; Derek a finales de los noventa en el bajo. Un último (y bastante sólido)
disco de estudio aparece en 2003: Hittin The Note. La banda sigue tocando
en vivo hasta su despedida formal de los escenarios en octubre de 2014. Trágicamente,
Butch Trucks decide quitarse la vida en enero de 2017, el ciclo se termina con
la muerte de Gregg Allman el 27 de mayo pasado.
Durante su
trayectoria la banda tuvo diversas voces con Gregg siempre al centro. Dickey
Betts merece especial mención por su estilo dulce y más sureño de cantar. En contraposición
el menor de los Allman’s cuyo estilo fuerte y rasposo se aprecia mejor en las
canciones de blues. Con motivo de su muerte hace un par de semanas leí un
titular que decía: “Pueden los blancos cantar el blues con la misma pasión?,
con Gregg Allman eso nunca estuvo en duda”. No podría estar más de acuerdo. Le metía
huevos y sentimiento a su forma de vocalizar tanto en canciones propias como de
otros artistas (escúchese el cover de “Hootchie Coochie Man” como mejor ejemplo).
Eso se agradece, se valora, se enaltece.
Los
artistas pueden morir pero su obra permanece por siempre. Los Allman Brothers
Band son prueba de ello. Edificaron la iglesia del rock sureño y volaron más
alto que cualquier otro. En su viaje ganaron y perdieron; cayeron y se levantaron. Adiós Gregg, espero que tu hermano haya sido el primero en
recibirte cuando llegaste al siguiente plano espiritual. Gracias por la música,
significo mucho para este mortal escritor. Ain’t gonna catch the Midnight
Rider. (Francisco)
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