De donde
Cohen se encontraba acercándose a la mitad de su Carrera, aquí a mediados de
los 80 con un disco clave en su trayectoria. I’m Your Man proyecta tiempos negros en medio del positivismo plástico
de los años de Regan.
Los
arreglos musicales son (en su mayoría) propios de la década de sintetizadores y
ritmos pulsantes. Pero algo desentona. Hay una especie de desolación que juega
bien con la voz onda de su autor. Conjugando bien en un plano gris con tintes
bien posicionados de sarcasmo e introspección. Es allí donde Leonard Cohen
demuestra su genialidad. Un hombre acostumbrado a nadar por su propio sendero
elevando la temática de sus canciones con su particular poesía. El tipo es único,
así de simple.
Y no es que
todo sea “dark”. Hay tiempo para romance como en “Ain’t No Cure for Love” y “I’m
Your Man”. Pero es en las piezas que tocan temas del ambiente social o que
exploran los temores más profundos de su cantante donde el disco brilla: “They sentenced me to 20 years of boredom…” (First
We Take Manhattan); “The rich have got their
channels in the bedrooms of the poor” (Tower of Song). Leonard Cohen sabe cómo
presentar sus pensamientos en dagas bien afiladas.
La canción
central tiene que ser “Everybody Knows” (mi favorita de todo el catálogo de
Cohen por cierto), una imponente declaración sobre la traición y frivolidad de
los seres humanos presentada ante una melodía que combina un plano creado por
sintezadores y una guitarra flamenca. Simplemente exquisita.
Al final de
I’m You Man uno siente que conoce más
a su autor, hay una intimidad que parece compartida con el oyente y eso es lo
que lo convierte en una escuchada muy especial. “Tower of Song”; la última canción
construida como una letanía no religiosa más parece una especie de “reclamo” a
estos tiempos modernos de donde todos queremos escapar. La trampa está en que
estamos encerrados en nosotros mismos. Leonard Cohen lo supo mucho antes (Francisco).
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