Limitarse
en la música puede ser contraproducente. Limitarse puede llevar a un artista a
caer en prisiones mentales que sofocan el sentido creativo. Sin temor a errar;
una banda como Talking Heads nunca se limitó y confió. Una estética bien definida
sin necesidad de que la propuesta musical se volviera en “colorear con números”.
Sus discos nunca cayeron en ser predecibles. No se les puede considerar como
una banda que se quedó corta. Un viaje muy completo que fue mutando de disco en
disco. En medio de ese viaje cae este; su cuarto monumento Remain In Light producido por Brian Eno.
En cierta
forma se siente como un disco muy circular en la forma como están puestas las
canciones. Las últimas dos rolas (y en especial la muy oscura “The Overload”
que cierra el LP) pudieran muy bien brincar a la primera nuevamente. Todo
combina y al mismo todo toda suena independiente entre sí. Lo brillante con la música
que hizo el cuarteto de NY durante toda su carrera fue que podían poner una canción
romántica a la par de otra cargada de su habitual “armonía nerviosa” sin
desentonar. David Byrne, Tina Weymouth, Chris Frantz y Jerry Harrison supieron
encontrarse en el punto medio de sus excentricidades y sacarle “el diablo a la botella”
creando composiciones muy (pero muy) entretenidas.
Remain in Light es entonces un paso grandísimo a encontrar
paisajes más amplios dentro de una “misión” por experimentar con nuevos ritmos.
Una misión que empezó con el predecesor a este disco, Fear of Music. No está de más decir que la producción de Eno solo
engrandece esa búsqueda. “Once in a Lifetime” el megahit que sirve como ojo del
huracán podría definirse como una canción funk/pop con un personaje en medio de
su crisis existencial de los 40 (¿Sera Byrne externalizando esos temores?), una
canción atípica en su sonido y aún más en su temática. Esos son los paisajes
que busca abrir Talking Heads con Remain
in Light. Solo faltamos nosotros; los oyentes para completar la expedición.
Tómelo usted como una invitación. (Francisco)