Al Jourgensen y Paul Barker los genios dementes detrás de Ministry hicieron un cráter
bastante grande en el género industrial con el meteoro gigantesco que es The
Land of Rape and Honey. Jourgensen y Barker dieron un giro hacia los rincones oscuros de la mente y encontró el sonido que lo definió
para toda la vida con esté, su cuarto disco editado en 1988. Luego vendrían los
sonidos fantásticos The Mind is a
Terrible Thing to Taste y Psalm 69,
pero esos dos tienen sin duda su gestación aquí. Frenético, frio y pulsante Rape and Honey es la definición de
industrial. Simplemente fantástico.
Partiendo de batería programada, bajos dominantes puestos al frente y voces
agresivas el disco va lanzando granada tras granada. Abriendo con “Stigmata” y
su ritmo de carro que está tratando de arrancar hasta que cuando finalmente lo
hace se queda dando vueltas sin parar sobre el asfalto con Jourgensen al volante exclamando: “you told me nothing but lies!”. Siguen las martillantes “The
Missing” y “Deity” casi marchando una a la par de la otra dándonos el momento
más fuerte del disco. Pero no el más oscuro. La noche va cayendo de canción en
canción: “Golden Dawn” con su sample de
cantos satánicos (o al menos eso parecen)
a ritmo de una percusión incesante. “I Prefer” que recuerda alguna
película de terror ochentera, esas escenas cuando el asesino persigue a la víctima
y “Flashback” la pelea final donde muere uno o muere el otro.
Por años le puse más atención al resto del catalogo de
Ministry (lo cual no digo sea malo) pero regresar a The Land of Rape and Honey me hizo redescubrir todo lo que hace al
género del industrial algo tan diferente; esos sonidos que te transportan a un
mundo frió, gris y mecánico, esa música que te mete en estados mentales en
cuestión de segundos. Brutal y agresivo pero sin el dominio de la guitarra eléctrica
como en el metal; aquí dominan los golpes y la distorsión a lo motosierra.
Corran a sus casas y métanse debajo de la cama. (Francisco)
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